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Historia

Fin de siglo (1990-2000)

La década de los 90 comenzaba con nuevas convulsiones. En febrero de 1990 el Luo Robert Ouko, ministro de asuntos exteriores, caía asesinado en su granja próxima a Kisumu. Ouko era un acérrimo defensor de Moi y mantenía excelentes relaciones con los gobiernos británico y norteamericano, hasta tal punto que en 1988 había recibido el apoyo del Reino Unido para ocupar la vicepresidencia. Su nombre sonaba frecuentemente en las discusiones sobre la sucesión a la presidencia. Al contrario que Moi, Ouko era popular en los medios de comunicación extranjeros, afable en el trato y moderado en sus declaraciones. Dentro del gobierno destacó, quizá demasiado, por su cruzada contra la corrupción.

El asesinato, el cuarto de un líder político en la historia de la moderna Kenya y el primero durante el mandato de Moi, provocó una semana de altercados callejeros, especialmente en Kisumu. Al igual que en el caso de Kariuki, quince años antes, tomó forma la idea de que la autoría del atentado correspondía a agentes del gobierno que se extralimitaron en sus funciones. A finales de 1991 John Troon, ex-policía británico contratado por Moi para esclarecer la muerte de Ouko, reveló que las principales sospechas recaían en el asesor más próximo al presidente, el ministro de energía Nicholas Biwott y en su jefe de seguridad Hezekiah Oyugi. Ambos fueron expulsados de sus cargos y arrestados, pero serían posteriormente liberados por falta de pruebas.

Otra muerte sospechosa fue la del obispo Alexander Muge, que murió en accidente de tráfico en la A104 cuando regresaba de una visita al oeste del país. Su coche colisionó frontalmente con un camión que invadió su carril. El sacerdote había criticado los desalojos que la policía había realizado en el barrio marginal de Muoroto y había sido advertido en términos amenazadores contra su visita a la región Luo por el ministro de trabajo, que dimitió después del accidente.

Las protestas contra el régimen continuaron al mismo ritmo que en la década anterior. En julio de 1990, tres líderes de gran peso específico en la política kenyata comenzaron a declararse a favor de un sistema multipartidista. Se trataba del ex-ministro Kenneth Matiba, el ex-alcalde de Nairobi Charles Rubia y el hijo del veterano Oginga Odinga, Raila Odinga. Los tres políticos denunciaron también los desalojos de Muoroto. Como consecuencia, los políticos y varios abogados activistas fueron detenidos y permanecieron un año bajo arresto sin cargos.

Por entonces se celebró en Nairobi un mítin pro-democracia que, como en todos los casos, había sido prohibido por el gobierno. La concentración desembocó en una violenta revuelta que la policía disolvió por la fuerza. Hubo decenas de muertos, a lo que Moi no dio importancia pues según él se trataba sólo de "gamberros y drogadictos".

Durante aquellos días el gobierno se cernió sobre los medios de comunicación, ahogando a los periódicos locales y acusando a los medios internacionales, sobre todo a la BBC en Nairobi, de manipulación informativa. La impopularidad de Moi en los medios extranjeros y su oposición al pluralismo político acabaron por sumir a Kenya en un relativo aislamiento internacional a partir de 1991. Incluso sus valedores extranjeros no comprendían su empecinamiento en prohibir el multipartidismo, que triunfaba en el resto de las nuevas democracias africanas. Sin embargo, la opinión internacional estaba dividida: el Reino Unido, viejo conocedor de la realidad del país, advirtió sobre el posible renacimiento de la violencia étnica como consecuencia de un hipotético pluralismo.

En 1991 nació por primera vez una oposición poderosa y unificada, difícil de desmantelar y que suponía una amenaza real al régimen. Se trataba del 'Forum for the Restoration of Democracy' (Foro para la Restauración de la Democracia), el FORD, liderado por el veterano Oginga Odinga, su hijo el radical Raila Odinga y un grupo de abogados, entre los cuales figuraba el prestigioso presidente de la 'Law Society', el Kikuyu Paul Muite. Libre de las pesadas cargas ideológicas que habían lastrado iniciativas como el 'Mwakenya', el FORD pronto se convirtió en una sólida alternativa que aglutinó a los movimientos opositores. Tras finalizar su arresto, Kenneth Matiba y Charles Rubia se unieron al FORD, como también lo hizo el político crítico Martin Shikuku, tras desertar del KANU. La respuesta de Moi no se hizo esperar. Calificó al FORD de "ratas" que serían "aplastadas" y acusó a las delegaciones diplomáticas extranjeras, especialmente al embajador norteamericano, de alentar y apoyar a fuerzas contrarias al gobierno.

La prohibición del pluralismo terminó situando a Moi contra las cuerdas al herirle en su talón de Aquiles, la ayuda económica internacional. El grupo de París de naciones donantes, a instancias del FMI, el Banco Mundial y las principales ONG, acordó por unanimidad suspender a Kenya el apoyo de compensación de la balanza de pagos por un periodo de seis meses, a la espera de reformas políticas y económicas. La reacción de Moi fue fulminante. A los pocos días anunció que las siguientes elecciones presidenciales y parlamentarias serían plurales. Inmediatamente se implementó un mecanismo para el registro de partidos y se derogó la reforma constitucional de 1982 que había instaurado el monopartidismo.

Ante la cercanía de las elecciones de 1992, la repentina luz verde al pluralismo ocasionó una tormenta política. Temiendo que el pueblo desencantado daría un voto de castigo al KANU, algunos ministros vieron peligrar su sillón. El ex-vicepresidente Mwai Kibaki dimitió para formar su propio partido, el 'Democratic Party' (DP), que recibió la inmediata adhesión de algunos Kikuyu, así como de otros grupos menores del este y nordeste. Mientras, el FORD debía trabajar a todo gas. Aún era una formación joven y no estaba lo suficientemente asentada como para definir rápidamente una candidatura. Los líderes del Foro confiaban en que Moi dejara pasar unos meses antes de convocar elecciones. Y lo hizo, pero por sus propios motivos. Oficialmente fue para esperar a que "todo estuviera bien en el país", pero Moi sabía que, como predijeron los británicos, las divisiones tribales y políticas pronto aparecerían. Y así fue. Al aceptar a todos los ex-ministros del KANU que quisieran adherirse, las filas del FORD se poblaron con dinosaurios de la política que se enzarzaron en una lucha por el liderazgo. Pronto se formaron dos facciones, la de la oposición tradicional, encabezada por Odinga, Paul Muite y su círculo de abogados, y los nuevos opositores, que incluían desertores del KANU y figuras del mundo de los negocios que habían caído en desgracia ante el gobierno. Esta confrontación provocó, tres meses antes de las elecciones, la desintegración del FORD en dos partidos, el FORD-Kenya o FORD-K, con Odinga como candidato, y el FORD-Asili o FORD-A, que presentaba a Matiba.

El tribalismo se manifestaba hasta en los chistes: en la región Kikuyu, el FORD-K del Luo Odinga era conocido como FORD-Kihii, en referencia a la denominación Kikuyu para los niños no circuncidados. Esto era sólo una muestra de las divisiones tribales que se pusieron de manifiesto con la política multipartidista. Cada partido era analizado por los electores hasta determinar perfectamente su tendencia étnica. El FORD-K seguía defendiendo una postura no tribal, tratando de representar a las dos etnias mayoritarias, Luo y Kikuyu, en las personas de Odinga y Muite respectivamente. El FORD-K se basaba también en una filosofía más programática, radical pero con una propuesta económica realista, avalada por los prestigiosos economistas que habían ingresado en sus filas.

Uno de los apoyos importantes que recibió el FORD-K fue el de la profesora Wangari Maathai, ex-presidenta del 'National Council of Women of Kenya' y una de las más respetadas opositoras al gobierno. Maathai impulsó en 1977 el 'Green Belt Movement', un grupo de defensa del medio ambiente que desde su creación ha plantado 12 millones de árboles por todo el país y es responsable del nacimiento de la conciencia medioambiental en el pueblo de Kenya, especialmente entre la población rural y sobre todo en las mujeres, que han plantado la mayoría de los árboles. En 1992 fue golpeada por la policía mientras mantenía una huelga de hambre en el Parque Uhuru en compañía de las esposas y madres de presos políticos, cuya liberación reivindicaba. La profesora participó en la fundación del FORD y tras la desintegración abogó por la fusión de las dos facciones, para terminar haciendo campaña a favor del FORD-K. Ha destacado por acusar abiertamente a Moi y su gobierno de corrupción y de apoderarse de fondos de la ayuda internacional. Tras el violento arresto de su colega John Makanga en febrero de 1993, Maathai recibió amenazas de muerte, por lo que decidió ocultarse. Poco después salió de nuevo a la luz para recibir la 'Edinburgh Medal', como recompensa a su contribución humanitaria a través de la ciencia. La profesora declara no tener ambiciones políticas, pero sería una buena candidata para la primera mujer presidenta de un país africano.

El FORD-A se presentaba a las elecciones como el gran partido Kikuyu, centralista y con grandes apoyos en el mundo de los negocios. Su líder, Matiba, había sufrido dos infartos durante su encarcelamiento y se le había negado la posibilidad de viajar al extranjero para recibir tratamiento. Además de su oposición política, Matiba tenía razones personales para desear la derrota del KANU. Por último, el DP de Kibaki contaba con un amplio espectro de apoyos, pero su vinculación al KANU aún era demasiado reciente como para que su propuesta de oposición fuera creíble.

Antes de las elecciones hubo ciertos intentos de alianzas entre partidos, con el objetivo de garantizar el fracaso del KANU. Sin embargo, no llegaron a materializarse debido a las mutuas desconfianzas, que tenían un origen, cómo no, étnico. Tradicionalmente, las luchas tribales han enfrentado a los pueblos Kalenjin con las etnias Luo, Kikuyu y Luyia. Durante décadas, éstos han emigrado de sus regiones densamente pobladas para establecerse en pequeñas granjas marginales situadas en tierras improductivas de las regiones Kalenjin del Rift. Los Kikuyu han prosperado en este entorno a veces hostil, dominando el pequeño comercio y beneficiándose de ayudas y subsidios. Los jóvenes Kalenjin se organizaban en bandas que aterrorizaban a los pueblos rivales, mientras la policía llegaba tarde o no actuaba. Los Kikuyu, a su vez, formaron grupos de vigilancia para vengar los ataques, pero muchos debieron huir a campos de refugiados en los suburbios de Eldoret y otras ciudades. En aquellos días previos a las elecciones de 1992, el KANU permaneció impasible ante los disturbios étnicos. Pero sólo aparentemente. En realidad, los titulares que hablaban de violencia en los medios oficiales y la recomendación a los Kalenjin de "vigilar sus espaldas" calentaban más el ambiente, y el gobierno lo sabía. Probablemente el objetivo era demostrar al mundo que los británicos tenían razón, que el multipartidismo en Kenya conducía a la violencia tribal. Y en esto, el KANU logró su objetivo.

El informe oficial de la comisión de violencia étnica culpó de provocación al KANU, en particular a Nicholas Biwott, ex-ministro sospechoso en el asesinato de Ouko. El informe fue rechazado por el Parlamento monocolor. Poco después, el miembro de la comisión John Makanga, colega de Wangari Maathai, fue arrestado en el hotel Hilton ante los ojipláticos delegados del FMI. Hay que destacar que en el año 2000, Nicholas Biwott continúa ejerciendo la política como ministro de turismo, comercio e industria.

Se acercaba el final de 1992 y las elecciones se fijaron para el 7 de diciembre. Para entonces, el KANU aparecía recuperado de sus crisis y deserciones. Pero el gobierno no permaneció cruzado de brazos durante esos meses, sino que desplegó una batería de medidas abusivas e ilegítimas, a cuál más imaginativa, para no dejar nada al azar de las urnas.

En primer lugar, se imprimió más papel moneda para comprar el patrocinio del KANU. Los tránsfugas que se habían apuntado a la oposición huyendo de la quema comenzaron a retornar al redil, en parte gracias a las generosas "donaciones" y en parte porque el partido en el poder ya no aparecía como el caballo perdedor.

Una segunda medida fue el cambio repentino en la fecha prevista para los comicios, que se trasladaron al 29 de diciembre, en plenas vacaciones de Navidad. Para entonces, la mayor parte de los trabajadores ya se había registrado para votar en las ciudades y no en sus pueblos de origen, donde los kenyatas suelen descansar durante el periodo festivo. El cambio de fecha perjudicaba al voto urbano frente al rural y al de los trabajadores frente al de los desempleados. La nueva fecha garantizaba además una participación electoral mínima. Todas las consecuencias, por supuesto, favorecían al KANU.

Desde las últimas elecciones de 1988, entre tres y cuatro millones de jóvenes habían alcanzado la mayoría de edad. Estos nuevos electores necesitaban un carné de identidad para ejercer su derecho al voto, pero la expedición de los documentos en las áreas que no apoyaban al KANU se demoró misteriosamente.

De hecho, el propio sistema electoral estaba hecho a la medida del KANU. Además del proceso de voto, el apoyo mayoritario al KANU en los distritos más despoblados confería a estos votos un mayor peso específico frente a las regiones más pobladas y heterogéneas. Pero esto quizá no era suficiente garantía. Poco antes de las elecciones el Parlamento promulgó una ley según la cual un candidato sólo podía optar a la presidencia si contaba con al menos el 25% de los votos en cinco de las ocho provincias. En una última vuelta de tuerca, se aprobó una ley anti-coalición, especificando que el presidente debía formar gobierno sólo con miembros de su propia formación. Ningún partido de la fragmentada oposición podía conseguirlo.

Por último, y como es natural, los medios de comunicación prestaron su apoyo entusiasta al KANU. Finalmente, el resultado de las elecciones no podía ser otro. La participación fue baja y después del escrutinio que duró varios días, se anunció el triunfo del KANU con un 36% de los votos, que se traducía en 100 escaños de los 188 electivos, frente a 31 para el FORD-A y otros 31 para el FORD-K. Diecisiete de ellos se devolvieron "sin oposición", ya que correspondían a candidatos a los que se había impedido el registro. El proceso electoral fue vigilado por 200 observadores locales y extranjeros para un total de 7.000 urnas.

Moi debía solucionar dos problemas tras las elecciones. El primero estribaba en que el KANU había perdido a todos sus ministros excepto a uno, ya que habían sido derrotados en la oposición. La ausencia de figuras del calibre necesario en el partido obligó a Moi a ofrecer a sus ex-ministros los escaños que se atribuyen por designación del presidente, 12 del total de 200 (188 electivos y 12 nominativos). Como consecuencia de las deserciones, el KANU perdió prácticamente todos sus parlamentarios Kikuyu y Luo. Por otra parte, los parlamentarios de la oposición tenían la intención de boicotear la primera sesión en protesta por el fraude electoral. Moi lo resolvió retrasando el primer pleno dos meses, durante los cuales "recompró" a algunos de los parlamentarios de la oposición. Este periodo le permitió además diseñar tácticas para neutralizar la mayor capacidad dialéctica e intelectual de sus oponentes.

Finalmente, Moi consiguió su único objetivo, pasar el examen democrático ante la comunidad internacional para recuperar las ayudas, dos años después de la suspensión. En noviembre de 1993, el grupo de París acordó la concesión de 500 millones de dólares USA, una cantidad que no conseguiría rellenar las arcas kenyatas, saqueadas desde finales de los 80. Las condiciones exigidas por el FMI y el Banco Mundial incluían la privatización de varios servicios e industrias públicas, tales como correos y telecomunicaciones, ferrocarriles y la producción de cereales. El objetivo de este requerimiento no era otro que reducir los fondos disponibles para el "patrocinio" político.

La era postelectoral no fue dorada para la oposición. En una maniobra sorprendente para sus votantes, en 1993 Odinga llegó a un acuerdo con Moi para mejorar la economía e infraestructuras en el oeste de Kenya. La base electoral del FORD-K acusó a su líder de venderse, y de hecho se descubrió que había recibido 2 millones de chelines de una institución financiera internacional previamente implicada en escándalos. La posterior desmembración del FORD-K y las acusaciones de corrupción fueron una triste despedida para Odinga, que murió en 1994. Moi lamentó públicamente el fallecimiento y el KANU se ofreció a participar en los gastos del funeral.

El FORD-A tampoco atravesaba sus mejores momentos, perdiendo popularidad progresivamente mientras su líder, Kenneth Matiba, se hundía en la demagogia. Para empeorar su situación y de forma incomprensible, en 1996 se pronunciaba contra la minoría asiática, acusándola de saquear el país para su propio beneficio. Curiosamente, el propio negocio de Matiba sobrevivía gracias al mercado asiático de Kenya. Los defensores del inflamado líder no concedieron mayor importancia a estas declaraciones, que justificaron "aclarando" que tan sólo buscaba atraer el voto de los africanos más pobres, que a menudo trabajan a sueldo de los asiáticos. Mientras, éstos no sabían si sorprenderse más ante la primera afirmación o ante la posterior aclaración.

Con la escisión del FORD-K, algunos de los militantes más radicales, incluyendo el hijo de Odinga, Raila, fundaron una nueva formación, el 'Mwangaza Trust' ("Rayo de Luz"), que sería ilegalizado en 1996 por "involucrarse en política". También fue prohibido el fundamentalista 'Islamic Party of Kenya', radicado en la costa, cuyo líder Khalid Salim Ahmed Balala fue detenido bajo la acusación de "concebir" la muerte de Moi.

La escena política de mediados de los 90 daría entrada a un nuevo actor. En junio de 1993, el paleoantropólogo Richard Leakey, por entonces director del 'Kenya Wildlife Service', sufrió un terrible accidente mientras pilotaba su Cessna. Su avión se estrelló y el científico perdió ambas piernas. Tras varios meses de dura rehabilitación para aprender a caminar sobre sus prótesis, regresó al trabajo con fuerzas renovadas. Sin embargo, algo había cambiado durante su ausencia. El entonces ministro de turismo, Noah Katana Ngala, anunció que una comisión secreta de investigación había hallado pruebas de corrupción y mala administración en el KWS. En enero de 1994, el sorprendido Leakey presentó públicamente su dimisión.

Los motivos para esta expulsión orquestada deben buscarse en la gestión de Leakey al frente del KWS. Su labor no gustaba a algunos políticos, especialmente a los Maasai, a quienes Leakey trataba de negar la utilización de los parques como pasto para el ganado. El soborno tampoco funcionaba con el nuevo director, que se mostraba incorruptible. Bajo su mandato, el KWS dejó de ser "patrocinable". Internamente, Leakey también se granjeó enemistades en el seno del KWS. El director era un hombre exigente con el cumplimiento de los objetivos y se entregaba por completo a su trabajo, dos características que no abundaban en los funcionarios del KWS y que Leakey decidió ligar a las retribuciones y promociones.

Leakey fue sustituido por el también prestigioso científico David Western, menos carismático pero más moderado y dialogante, cuya gestión encontró un equilibrio que parecía complacer a todas las partes. Mientras, Leakey daba un salto a la política nacional. En mayo de 1995 se unió al abogado y ex-líder del FORD-K Paul Muite para lanzar un nuevo partido político de oposición, el 'Safina' ("El Arca"). Leakey declaró entonces: "si el KANU y el sr. Moi quieren hacer algo respecto al deterioro de la vida pública, la corrupción y la mala administración, yo estaría feliz de luchar junto a ellos. Si no, quiero alguien que lo haga". Moi respondió en su habitual estilo conciliador: "¿Qué respondo a Leakey? Respondo no, no y no a cualquier hombre blanco que quiera gobernar Kenya". Moi acusó a Leakey de racista colonial cuya intención era desestabilizar Kenya con apoyo extranjero. El registro del partido no fue aceptado y, durante un mítin en Nakuru, Leakey y los líderes del Safina fueron vapuleados.

En enero de 1996, antes de las siguientes elecciones, los entonces líderes de los tres partidos principales de la oposición, Martin Shikuku del FORD-A, Mwai Kibaki del DP y Kijana Wamalwa del FORD-K acordaron firmar una alianza para presentar un único candidato a la presidencia. Leakey, cuyo partido no tenía opción de presentar candidatura, se ocupó de coordinar la coalición y de recaudar fondos. Las elecciones se celebraron finalmente al terminar 1997, después del anuncio de Moi de una revisión constitucional integradora y de nuevos disturbios étnicos, esta vez en Mombasa. A pesar de las acusaciones públicas por parte de la oposición contra la actitud acosadora y las maniobras intimidatorias del gobierno, Moi venció de nuevo con poco más del 40% de los votos.

En marzo de 1996 se anunció en París la concesión de una nueva ayuda a Kenya por valor de 730 millones de dólares USA, esta vez sin condiciones. El ministro de economía Musalia Mudavadi había puesto en marcha los requerimientos del FMI y el Banco Mundial, los cuales consideraron cumplidas las exigencias. Sin embargo, las organizaciones internacionales pronto vieron cómo Moi compraba un nuevo jet con fondos públicos al tiempo que pedía un préstamo de la misma cuantía para reparar la carretera Nairobi-Mombasa. Mientras, los altos cargos del KANU ignoraban las recomendaciones de moderar el gasto en la construcción del nuevo aeropuerto internacional de Eldoret, una baza regionalista de Moi, que ha favorecido a la ciudad también con una fábrica de munición.

En 1998, Western abandonó la dirección del KWS y Leakey fue invitado de nuevo a ocupar el cargo, propuesta que aceptó. En julio de 1999 Leakey recibió un encargo de mayor altura política: desempeñar la Jefatura de la Función Pública y la Secretaría del Ejecutivo. Dado que Leakey aceptó el nombramiento, es de suponer que Moi debe haber decidido por fin "hacer algo respecto al deterioro de la vida pública, la corrupción y la mala administración". Leakey fue sustituido por Nehemiah Rotich en la dirección del KWS, cuyo consejo directivo preside Charles Njonjo, el ex-fiscal general, instaurador del monopartidismo y acusado en 1983 de conspirar contra Moi para tomar el poder, de malversar fondos del KANU y de estar detrás de dos intentos de golpe de estado.

En agosto de 1998, terroristas fundamentalistas islámicos ligados al jeque árabe Osama bin Laden hicieron estallar las embajadas de Estados Unidos en Nairobi y Dar es Salaam, matando a más de 250 personas y causando más de 5.000 heridos. Los atentados, los disturbios étnicos preelectorales y el bandidaje afectaron seriamente al turismo, que descendió a la mitad. A finales de 1999, el sector comenzó su recuperación.

Mientras tanto, la fragilidad de la economía kenyata se vio de nuevo afectada por los caprichos atmosféricos. Las lluvias torrenciales de El Niño, precedidas por una fuerte sequía, duraron desde marzo de 1997 hasta junio de 1998, causando inundaciones, daños en las infraestructuras y destrucción de algunas cosechas. Las regiones de Mombasa y el Rift fueron especialmente afectadas, con el aislamiento de algunas zonas y los brotes de cólera y malaria. La posterior sequía de La Niña produjo verdaderos estragos en la agricultura.

 


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