Sitios históricos: En la costa
Fort Jesus
Fue en 1498 cuando los portugueses arribaron por primera vez a Mombasa, en una expedición comandada por Vasco da Gama y destinada a abrir una ruta marítima a las Indias Orientales. La situación estratégica de Mombasa y de otras ciudades de la costa swahili indujo a la Corona portuguesa a crear un asentamiento estable en esta área, un objetivo que finalmente se alcanzó en 1588, cuando la resistencia local fue aniquilada. Sin embargo, Portugal no colonizó formalmente esta región, que permaneció como un mero puesto militar.
Con el fin de ayudar a repeler los ataques del Imperio Turco, que ansiaba recuperar la costa swahili bajo el dominio musulmán, en 1593 los portugueses decidieron construir la Fortaleza de Jesus de Mombaça, hoy Fort Jesus. Cuando más adelante el nuevo poder omaní trató de conquistar la región, la fortaleza fue el emplazamiento de un largo y agónico sitio que culminó en 1698 con el exterminio de los últimos supervivientes portugueses. Así, la flota omaní se hizo con el fuerte y con la ciudad.
A lo largo de los siglos posteriores, el fuerte sirvió a diferentes propósitos, y fue empleado como prisión por el Protectorado británico desde fines del XIX. En 1958 fue protegido como parque nacional y en 1962 se convirtió en museo. En julio de 2011 la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, siendo el primer sitio histórico en Kenya que recibe tal designación.
El baluarte que hoy pervive a la entrada del puerto viejo de Mombasa es una masiva muralla de roca de coral que rodea un conjunto de refugios y edificaciones. Además de su valor puramente histórico, el fuerte también acoge un Centro Cultural Swahili y una Unidad de Malacología perteneciente al Instituto de Investigación de Primates de Nairobi.
Fort Jesus abre todos los días de 8 de la mañana a 6 de la tarde.
Más información: web oficial de Fort Jesus
Gede
A 15 km al sur de Malindi por la carretera costera B8, en el bosque de Arabuko Sokoke, se encuentra uno de esos antiguos lugares rodeados de misterio y preguntas sin respuesta. En efecto, la ciudad swahili de Gede (o Gedi) es un enigma, ya que pese a la evidente prominencia que adquirió en sus cinco siglos de existencia, no existen referencias escritas sobre ella.
La ciudad fue fundada en el siglo XII por los árabes swahilis, quienes en aquellos días habían tomado el dominio de la costa y fundado ciudades como Pate, Lamu y Malindi. Los restos permiten adivinar que la ciudad, apartada del mar y recluida en la selva costera, fue próspera, rica y tan grande como Mombasa, con unos 2.500 habitantes. Sin embargo, ni una sola línea de las crónicas árabes o swahilis menciona su existencia. Aún más, Portugal ocupó la costa entre 1498 y 1698, y durante este periodo todas las ciudades litorales cayeron en mayor o menor medida dentro de la órbita portuguesa, siendo Malindi, a tan sólo 15 km de Gedi, una de sus principales aliadas. Gedi alcanzó su máximo esplendor en el siglo XV, cuando los portugueses comenzaban su conquista, pero increíblemente los escritos de 200 años de dominio no hacen mención alguna de esta ciudad, que permaneció ajena a la influencia de los conquistadores europeos.
La ubicación de la ciudad tampoco parece fácilmente explicable. Los restos hallados indican claramente que Gedi mantuvo relaciones comerciales con Oriente, Europa y Persia; sin embargo, la ciudad no poseía puerto y su situación en medio de una selva exuberante y lejos de la costa no parece la más adecuada. A la leyenda se han unido tradiciones locales que hablan de fantasmas y sucesos inexplicables. El propio James Kirkman, arqueólogo que excavó las ruinas, se sentía fuertemente incomodado por el lugar, como si una presencia vigilase su trabajo.
En el siglo XVI, un posible ataque de los habitantes de Mombasa sobre Malindi, aliada de Portugal, provocó un primer éxodo de los habitantes de Gedi, que posteriormente regresaron a su ciudad. El abandono definitivo se produjo en el siglo XVII por razones no del todo conocidas, aunque probablemente influyó un conjunto de factores: la invasión de los zimba, una tribu caníbal del Zambeze que a finales del siglo XVI sembró el terror en la costa esteafricana; una posible escasez de agua, como sugiere la profundización del pozo junto a la Gran Mezquita; y sobre todo, la invasión de los galla, una tribu nómada hostil de origen somalí que tomó el control de la costa.
Sin embargo, ninguna explicación parece lo suficientemente convincente: mientras Mombasa fue tres veces destruida y tres veces reconstruida, Gedi fue abandonada para siempre. Ni siquiera era este su auténtico nombre, sino un término galla que significa "preciosa". Su verdadero nombre era posiblemente Kilimani.
El lugar permaneció ignorado para occidente hasta 1884, año en que las ruinas fueron visitadas por el comisario británico de Zanzíbar, sir John Kirk. La ciudad no sería declarada Monumento Histórico hasta 1927. Dos años después adquirió el estatus de monumento protegido y en 1939 el Departamento de Obras Públicas comenzó la restauración de sus muros. Gedi fue declarado Parque Nacional en 1948 y fue entonces cuando se emprendieron los trabajos de excavación a cargo de James Kirkman, que se prolongarían hasta 1958. Posteriormente, la protección de las ruinas fue asumida por los Museos Nacionales de Kenya.
Hoy, Gedi es el emplazamiento arqueológico más importante de la costa y el único lugar donde se puede contemplar la arquitectura swahili sin modificaciones posteriores. Las ruinas conservadas están inmersas en 25 hectáreas de bosque costero, en otro tiempo ocupadas por viviendas más modestas que desaparecieron y cayeron devoradas por la vegetación.
Esta selva primitiva es un lugar sagrado para los habitantes locales y el hábitat de numerosas especies animales y vegetales, algunas de ellas amenazadas, como la musaraña elefante de trompa dorada ('Rhynchocyon chrysopygus'), que suele formar una curiosa asociación con un pájaro llamado cosifa de Natal ('Cossypha natalensis'), quien le advierte del peligro para obtener a cambio los insectos removidos por la musaraña. Otras especies presentes son los gálagos, duikers y monos.
El lugar incluso cuenta con su propio animal mítico, probablemente primo del 'yeti': una supuesta criatura enorme y de aspecto ovejuno llamada Duba. Pero lo que más debe preocuparte son las siafu ('hormigas' en swahili), esos destructivos insectos que salen después de las lluvias y de los que se cuenta que los colonos dejaban un loro en una jaula para encontrar al día siguiente un esqueleto de pie sobre la percha. Las cobras también están presentes en Gedi, pero un encuentro es poco probable.
El conjunto comprende la Gran Mezquita, el Palacio, catorce viviendas y una serie de tumbas, además del pequeño museo anexo. La mayor parte de las ruinas corresponden a los siglos XV y XVI. Durante este último periodo se construyó la segunda muralla interior que circundaba sólo la zona noble, compuesta por el Palacio y la ciudad de piedra.
Las ruinas abren todos los días de 7 de la mañana a 6 de la tarde y existe un servicio de guías. Para la visita autoguiada, el librito de James Kirkman disponible en la entrada es una gran ayuda.
Gran Mezquita (Jumaa)
De las siete mezquitas con que cuenta el emplazamiento, esta es la mayor y la que probablemente actuaba como mezquita congregacional o mezquita de los viernes. Fechada en el siglo XV y reconstruida en el XVI, la gran edificación conserva el mihrab o lugar que señalaba la dirección de la Meca. El minbar, el púlpito desde el que el muezzin leía el Corán, estaba formado por tres escalones de piedra, en lugar de la estructura de madera utilizada en otras antiguas mezquitas de la costa. A los motivos árabes se añaden otros típicamente africanos, como un grabado de una gran punta de lanza, demostrando la individualidad de la cultura swahili. El patio de entrada dispone de una cisterna para las abluciones, conectada con un pozo exterior.
Palacio
El Palacio servía como residencia del gobernador o sultán y como sede del gobierno. El patio de entrada antecede a una sala donde tenían lugar las audiencias. La edificación comprendía varias habitaciones pequeñas y los aposentos del mandatario con aseos completos.
Viviendas
A la derecha del palacio, la zona noble residencial comprendía un conjunto de viviendas de piedra con muros pintados y aseos sofisticados. En estas edificaciones es donde se ha encontrado la mayor parte de los restos, que han dado nombre a las viviendas: Casa de la Caja de Marfil, Casa del Dhow --con un dibujo de un barco dhow en la pared--, Casa de la Perla de Venecia, etc. La más antigua es la Casa de los Cauris, del siglo XIV. Los cauris son un tipo de conchas que se utilizaban como moneda. Al contrario que las residencias de Mombasa o Lamu, todas las de Gedi estaban compuestas por una sola planta. Las viviendas tienen algunos elementos comunes, como un banco de piedra donde el señor recibía a sus invitados. Las paredes se decoraban con tapices o kilims y lámparas de barro.
Tumbas
Como es característico en la antigua África oriental, aunque ajeno al resto de la cultura árabe, las tumbas de las figuras prominentes aparecen coronadas por pilares. Este tipo de construcción funeraria, quizás de influencia camita norteafricana, podría responder a una simbología fálica. Esta práctica se abandonó después, probablemente por las posteriores invasiones omaníes que impusieron la ortodoxia del Islam árabe, borrando muchas de las raíces típicamente swahilis. La llamada Tumba Fechada recibe su nombre de una inscripción que data su construcción en 1399 (802 en el calendario islámico). Junto a ella, la Tumba del Pilar Aflautado (en la imagen) está muy bien conservada.
Museo
El museo presenta información sobre el emplazamiento y muestra algunos de los restos encontrados, como las porcelanas chinas de Ming, cuentas de cristal y concha, joyas y monedas de oro y plata, objetos persas de vidrio esmaltado y cristal veneciano, demostrando que los mercaderes de Gedi mantenían relaciones comerciales con todo el mundo conocido. La colección incluye también vasijas utilizadas para almacenar y cocinar alimentos.
Más información: web oficial de Gede
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